Rubén Antelmo Pliego Bernal
La senadora Ana Lilia Rivera Rivera, el día jueves 15 de agosto del presente año, presidió en el Senado de la República tanto la develación del nombre y un busto del guerrero tlaxcalteca Xicohténcatl Axayacatzin, como la inauguración de la exposición pictórica Xicohténcatl Axayacatzin, un visionario en la historia de la Conquista de México del pintor Juan Manuel Barrientos Cabrera.
El lunes 2 de septiembre, el doctor Raúl Jiménez Guillén publicó en el periódico La Jornada de Oriente un artículo titulado ¿Cuál de los dos Xicohtencatl?
Tanto el primero como el segundo tratan de un mismo personaje que ha sido minimizado sino es que ignorado en la historia de México. En ese sentido, la senadora Rivera logró un reconocimiento para el más importante personaje de la historia de Tlaxcala que ningún otro de los anteriores legisladores del estado se haya preocupado por tan importante iniciativa. El hecho en sí es un logro significativo que debe enorgullecer a cualquier tlaxcalteca.
Como cualquier interpretación histórica, la iniciativa encontró algunas respuestas inmediatas en Tlaxcala. A mi juicio una de ellas la advierte el mismo doctor Guillen en su artículo al señalar que “El Xicoténcatl develado, no corresponde a la figura ─cuando menos no a las facciones del Xicoténcatl que está en la plaza del mismo nombre, ni con el de las escalinatas, ni el que aparece en los libros.”
Agrega el articulista, palabras más palabras menos, que los creadores de la iniciativa del busto sostienen que los rasgos del que conocemos corresponden a Netzahualcóyotl. En lo personal poco sé al respecto, pero lo que sí puedo afirmar es que muchas de las descripciones de los diversos cronistas que narran la conquista de México, retoman y parafrasean la corta descripción física que hace del héroe tlaxcalteca el conquistador Bernal Díaz del Castillo.
Algunas personas ─al saber que yo escribí una novela sobre el personaje en cuestión─, me preguntaron que si yo sabía realmente cómo había sido el guerrero tlaxcalteca. Mi respuesta negativa no satisfizo a nadie, e incluso escuche algunos reproches.
Ante la escasa información sobre Xicohténcatl Axayacatzin, podemos aventurarnos a suponer que los rasgos indígenas del héroe serán difícil de encontrar en una recreación que nos permita aventurarnos a decir que así era. El guerrero tlaxcalteca, al igual que otros muchos más como Tlahuicole, se esconde en ese pasado nebuloso que nos permite recrearlo con el mucho o poco conocimiento histórico, incluso creatividad, que tengamos de él.
De verdad que difiero totalmente de aquellas personas que siempre buscan establecer una solución exacta sobre cierto acontecimiento o personaje histórico. A veces resulta ocioso enfrascarse en ello. Un ejemplo lo es el caso de la circulación por primera vez del Ferrocarril Mexicano por la estación de Apizaco. Encontrar la solución puntual llevó a muchos historiadores del estado a involucrarse en una polémica, que a mi juicio no tiene ninguna utilidad. Mucho menos puedo comulgar con aquellos que se enfrascan en atribuir a su lugar de origen en ser sede de algún acontecimiento histórico como lo puede ser el origen del mestizaje o de algo más complejo como lo es la nacionalidad mexicana.
La anécdota del escritor Gabriel García Márquez que encontramos en su discurso de agradecimiento cuando se le otorgó el premio nobel de literatura, nos puede permitir imaginar históricamente a Xicohténcatl Axayacatzin sin empantanarnos en discusiones que muchas veces no conducen a nada. Al respecto sostuvo; “El monumento al general Francisco Morazán* erigido en la Plaza Mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Maine comprada en Paris en un depósito de esculturas usadas.”
*[Destacado militar hondureños al que se le atribuye ser un liberal con claras tendencias federalistas en Centroamérica.]